jueves, 18 de diciembre de 2008

La vacunada

Cuando uno cambia de país, tiende a creer que los otros inmigrantes están en la misma situación que uno, que lo entienden y que perse serán comprensivos y solidarios. No es raro que cuando uno ve en el mercado alguien que parecería “latino”, se queda tratando de oír a ver si habla español… y si lo hace, coge valor, se acerca y le habla. A veces la gente le da a uno el teléfono, es amable, le ayuda con las preguntas que uno haga…

Yo he tenido la suerte de coincidir con algunas personas colombianas y de eso me han quedado algunas amigas. También me ha pasado, que como finalmente uno es lo que es, a pesar de estar lejos y de estar en un contexto totalmente diferente, cosas como las deferencias sociales siguen pesando y uno se enfrenta, como si estuviera en cualquier ciudad colombiana, a la discriminación y/o a una clasificación que pretende explicar quién es uno.

Pero no le pasa sólo con los colombianos. Sin entrar en detalles adicionales de hacer conocido una persona que hablaba español y que tenía un bebe de la misma edad del mío, me enfrente a una situación de prejuicios similar. Entonces comprendí que la condición de inmigrante no implicaba ni la solidaridad, ni la comprensión anhelada y por el contrario, me hizo pensar en la fábula Sufi que dice que si dos personas que están solas se encuentran no necesariamente van a acompañarse. Quedé vacunada. Nunca antes me había enfrentado a tantos prejuicios, ni a tantos estereotipos o al menos nunca tan de frente.

La misma semana del incidente, conocí a una señora francesa pensionada, 20 años mayor que yo, casada pero sin hijos, con la que tuve miles de cosas en común, que se divierte mucho con mi percepción de las cosas, y con la que puedo conversar de todo y de nada, sin la sensación de necesitar una etiqueta que diga quien soy.

Crónica de la navidad

Esta es una carta de navidad para todos los que me quieren. Mi mamá dice que a ella la Navidad le llego en mayo el dia en que nací, así que ya no espera nada más. Para ponerlos al día, voy a contarles algunas cositas...

Detrás de una cosa que se llama espejo, hay un niño igualito a mi, que viene a jugar conmigo siempre que estoy en frente. Hablamos y la pasamos delicioso.

Ahora estamos solitos mi mamá y yo, porque mi papá esta de misión y viene hasta navidad. Pero estamos preparando todo para tener muchas sorpresas.

En la guardería, a la que voy una vez a la semana, me mostraron los Aristogatos. No se como pude vivir estos 7 meses sin ver los Aristogatos. Me gusta mucho la guardería, cuando llego les hago caricias en la cara a las profesoras y les hago mi "abrazo"... ellas dicen.... "c'est un enfant adorable !!!!"

Estoy con bronquitis, pero mi mamá me lleva todos los dias al kinesiologo y me da mucha risa lo que me hace. Me dió porque aca cae nieve y hace mucho frio. Mi mama odia la nieve, cuando salimos y la ve, dice groserias y alega "Este &%$·"·$=))/ barrizal!!!!". A mi me pone un montón de sombreros incomodos y ella se compro un abrigo horrible. Ella dice que estamos disfrazados de refugiados chechenos, pero a mi no me hace gracia y grito todo lo que puedo.

Hoy empece a comer con cuchara yo solito. Mi mama le pone la compota y yo la cojo y me la chupo. Ella dice que soy el tipo mas independiente que conoce... Un dia me dió mango y me unte todo, hasta mis pelitos de la cabeza. Me hace una sopa deliciosa, pero cuando esta cansada me da sopas "plasticas" de las que compra en el mercado, que son horribles... yo me las como, pero hago mala cara.

Mi papá me compro un caminador. Yo la verdad no camino ni un centimetro, pero me las ingenio para sacar todo lo que puedo de las canecas y los cajones. Esta casa esta llena de tesoros!!!!

Mi mama hizo un arbol, le puso bolas, le puso luces, y todos los dias le pone cositas envueltas en papel... yo espero que sean para mi y que me las de rápido... y a todos los que me quieren, les deseo que les hagan un árbol en la casa, les pongan muchas cosas envueltas en papel y que se las den rápido.

Soy un bebe feliz y gordito...

domingo, 7 de diciembre de 2008

Papitas

Sin entrar en muchos detalles yo conocía mi esposo en Colombia, y de alguna manera el es "colombiofilo", le gustan muchas de las cosas que nos caracterizan. Cuando las cosas se formalizaron, hice mi primer viaje a Troyes, la ciudad en la que el vivía a dos horas de Paris. Nunca me había estado en un lugar tan despoblado... (a veces haciamos paseos y podía pasar mas de una hora sin ver a nadie), un clima tan inóspito, una agricultura tan desarrollada pero a su vez tan limitada en variedad (viñedos, viñedos, viñedos). Era mi prueba de fuego, así que me dediqué a consentirlo, a darle gusto, a prepararle cosas ricas... Una noche le pregunto... Mi amor, quieres papitas? Si mi amor, pero que queden criollas.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Las llaves están en el bolsillo

Yo no sé si un día voy hablar un francés del que me enorgullezca. He hecho varios esfuerzos por mejorar, pero creo que solo ahora voy a lograrlo. Gracias a una amiga, encontré una monjita adorada que me da clases. No cobra porque es parte de su misión enseñarle a los inmigrantes a hablar francés. Según ella es el paso más importante para adaptarse a un país. No es que no hable, es que hablo horrible. Y de alguna forma me acompleja y ha reforzado un lado tímido que ni yo me conocía.

Cuando se firma en contrato con Francia para recibir la Carte de Sejour, la persona se compromete a hablar la lengua. En mi entrevista para la firma, certificaron que hablaba lo suficiente para no necesitar las clases que el estado ofrece a aquellos que lo necesitan.

Y uno se pregunta cómo sería su vida si hablara perfectamente… Cuando vivíamos en Marseille tomaba clases en la Alianza Francesa, las cuales me sirvieron para “aflojar” el oído. Una noche, como todas las noches que los niños se quedaban con nosotros, la niña de mi esposo entró a la cocina y me preguntó que íbamos a comer… era la priemera vez que le entendia, le mostré las hamburguesas y las papas fritas… se puso feliz y yo también…

También me acuerdo que en los primeros viajes, oía a mi esposo discutir con su mamá frente a la puerta… Mi esposo tiene un acento lleno de ruidos y cambios fuertes de entonación y nada de lo que decía se parecía a nada que yo conociera. Estaba furioso. Finalmente salimos. Me fui todo el camino triste pensando cuando sería el día en que iba a entenderle a él, sobre todo a él, su lengua nativa. Por la noche, tomé la decisión de preguntarle qué quería decir un conjunto de ruidos que trate de reproducir lo mejor que pude. Dime mi amor, que quiere decir eso… Quiere decir, yo dejé las llaves en mi bolsillo. Y yo que pensaba que cuando entendiera el francés, un mundo mágico se abría a mis pies, que todo lo que iba a oír sería interesante, que las telenovelas eran mejores, que las noticias eran siempre buenas… Me divirtió tanto que al otro día hice el firme propósito de aprender como fuera una palabra al día… Hay vamos.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Cariñito, esposa mía

Cuando vivía en Colombia no soportaba a los que llamaban a decirle a Julito que estaban por High Lands o que se yo en la ruta 57 pasando por Boomingdales... Odié siempre que extrañaran el sancocho, que rememoraran a Claudia de Colombia y el profundo dolor por la patria en pena y ensangrentada. Pero ahora soy uno de ellos. Lo primero que lo evidencia es empezar a leer periódicos por internet y lo segundo, leer lo que dice la gente loca y enferma en los foros después de cada artículo. Nunca ve uno tanto odio y estupidez juntas. Son peores que los que llaman a opinar en las emisoras. Podrían cogerse a bala sin temor. Entonces uno acá, en su “mundo paralelo”, con los vecinos que no hacen ruido, con la televisión naif que caracteriza a Europa, se llena de pánico y angustia y empieza a volverse adicto a todos los punto-com noticiosos solo para amargarse el día.

Otra cosa que critique siempre era la incapacidad de integrarse y la búsqueda infinita de la Fonda Paisa más cercana. Es inevitable. Si bien mi esposo es francés y me he adaptado a muchisimas cosas, todo lo que desprecié o que no tenía importancia, adquirió valor... Hago viajes por autopista para ir al mercado de los inmigrantes a comprar yuca y plátano, me inventé una forma de hacer guiso con los ingredientes nativos y es indiscutible el éxito de mi salsa colombiana, la que se comen con pan francés hasta que estallan. Yo que nunca fui muy sociable, soy feliz de recibir a todo el que conozco en mi casa y darle patacones, de 1 euro el plátano... Me consuela que les gusta mi comida y que se han vuelto famosos mis almuerzos llenos de carbohidratos... Pero me rio de mi, y de ver que no era tan cosmopolita y que soy lo que soy: una colombiana, latina, que le tararea a su bebe “Cariñito, esposa mia” para dormirlo.

Diatriba desesperada 1

Soy inmigrante en Francia. No soy árabe. Soy colombiana. No me vine buscando una vida mejor o escondida en un barco. Me vine por amor y nunca, ni por un día he sido ilegal. El no ser árabe o francesa (aclarando que “árabe” en este contexto es un saco bastante amplio y no siempre exacto) me hace invisible. No existo. Estoy en el proceso de aprender a no existir. Después de hacer mucho esfuerzo por aprender la lengua, comprendí que no era un problema de comunicación. Es un problema de interés. Acá nadie quiere, necesita o le interesa hablar conmigo. Y si lo hacen, no siempre es satisfactorio. Exagero. Algunas personas me hablan. Incluso tengo conocidos y/o amigos franceses porque están casados con colombianas y son personas adorables. Algunas personas logran romper la barrera, y se dan cuenta que a pesar de mi condición de inmigrante soy “casi humana”; me han ayudado a entender un poco una cultura que no deja de sorprenderme. Pero eso es excepcional.

Diatriba objetiva 1

Soy inmigrante en Francia. No soy árabe. Soy colombiana. No me vine buscando una vida mejor o escondida en un barco. Me vine por amor y nunca, ni por un día he sido ilegal. El no ser árabe o francesa (aclarando que “árabe” en este contexto es un saco bastante amplio y no siempre exacto) me hace sentir invisible. A veces creo que no existo. Me siento en un proceso de aprender a no existir. Después de hacer mucho esfuerzo por aprender la lengua, comprendí que no era un problema de comunicación. Es un problema de interés. En Colombia la gente se atropella por conocer a los extranjeros. Echamos en un saco muy amplio a aquellos que llamamos “los gringos” cuando son rubios y de ojos azules. Hacemos todo para entenderlos y/o hacernos entender. Somos generosos con lo que somos y con lo que tenemos sobre todo sin son de países en mejores condiciones que nosotros. Acá siento que nadie quiere, necesita o le interesa hablar conmigo. Y si lo hacen, no siempre es satisfactorio. Exagero. Algunas personas me hablan. Incluso tengo conocidos y/o amigos franceses porque están casados con colombianas y son personas adorables. Algunas personas logran romper la barrera, y se dan cuenta que a pesar de mi condición de inmigrante soy “casi humana”; me han ayudado a entender un poco una cultura que no deja de sorprenderme. Afortunadamente ha dejado de ser excepcional.

Humor Médico

El médico general que tengo asignado por la seguridad social, tiene un problema que no he podido definir: No sé si tiene un pésimo sentido del humor o es abiertamente un ignorante irrespetuoso. Estando embarazada fui a verlo para un certificado y comenté que debía volver a mi país para arreglar mis asuntos, para luego volver del todo. Me pregunto si iba a volver con una maleta llena de coca. No supe que responder. Hacerle chistes a los colombianos con el narcotráfico, es como hacerle chistes a los etíopes con el hambre, o a los judíos con el holocausto. Es una tragedia. Es la desgracia de nuestro pueblo que nos condenó para siempre a la corrupción y al subdesarrollo. Pero el doctor se siente chistoso y con una “cultura general” imbatible. Meses después, volví a consultarlo, ya que en Colombia me habían diagnosticado fibromialgia y necesitaba unas sesiones de fisioterapia. En su tono sardónico me comentó que era increíble que enfermedades tan modernas llegaran a Colombia. Y yo pensaba, que todo lo del pobre es robado… por ser del tercer mundo, tampoco tenemos derecho a le medicina moderna o a buenos médicos o incluso a las enfermedades del siglo XXI. Pero él se siente chistoso y se ríe solo de su chiste.

Los otros tomates

Ayer levantaron una ley en la cual se dicta como deben ser las frutas y las verduras. Resulta que se desechan los alimentos que no cumplen con el tamaño, peso y color que dice la norma. Se le explica al tomate como ser tomate. Dada la crisis mundial, la levantaron desde junio del próximo año, porque alguien comprendió que eso subía el costo de los alimentos. Y yo miro por televisión, los tomaticos rojos despreciados. Y pienso en las plazas de mercado de mi país. Que nunca fue mío. Que me abrumaba, que me angustiaba. Y pienso en las señoras que venden los tomates maduritos a las afueras de la plaza. Y en los plátanos negritos para hacerlos al horno. Y en las alverjas ordenadas en bolistas. Y me acuerdo que nos tomábamos la sopa porque los niños pobres no la tenían y no se debía desperdiciar. Pero acá los niños pobres viven en un país que se llama National Geografic. Mi sobrina comenta que no existen niñas embarazadas a los 13 años. Los niños simplemente no se toman la sopa. No hay argumentos. Hay una cifra por ahí que dice que hay un millón de pobres en Francia. Seguramente. Podrían comerse los tomaticos despreciados.

Mercados Inmigrantes

Mi suegra me sacaba del carrito los alimentos que no fueran franceses. Se ofendía profundamente de que comiera queso Gouda, que es holandés. Un día le pregunté que porque lo hacía y me dijo que por hacerme un servicio, porque pensaba que yo no sabía ir al mercado. No perderé el tiempo explicándole que en Colombia también hay mercados.

That`s Life

Mi cuñado me pregunta porque oigo a Frank Sinatra si no es colombiano. Yo le pregunto porque lo conoce si no es francés.

A la colombiana

Para los niños del primer matrimonio de mi esposo, hacer las cosas a la colombiana, es sinónimo de salir adelante a pesar de las circunstancias. Hace poco tiempo fuimos a comer a un restaurante chino en Marseille. Tenía que cambiar el pañal de mí bebe y cuando llegamos al baño con la niña de mi esposo, vimos que no había cambiador. Yo saque una bolsa de plástico de la pañalera, la puse en el piso y luego puse al bebe, donde lo cambie. Al salir del baño, la niña grito emocionada de un lado al otro del restaurante: Papá Ángela le cambio el pañal al bebe a la colombiana! Me da ternura e incluso orgullo que el sentido común sea un aporte nuestro. Algún día, que estábamos al final de la quincena con poco mercado, les hice perros calientes como todos lo que quedaba en la nevera y la despensa. El plato se institucionalizo y se llama “perros calientes a la colombiana”. Nuestros nombres no son muy originales, pero describen claramente lo que representan.

Historias Vecinas

Por ley cada niño debe ir en un puesto con su propio cinturón de seguridad. Incluso deben usar sillita hasta casi los seis años. Mis vecinas que deben recoger a los niños del colegio público (todo incluido: libros, útiles, cuadernos, matricula, ropa para el invierno, y computador portátil en algunas regiones) a 5 calles de acá, se quejan porque a veces deben llevar un niño de más en sus camionetas burbuja, dado que una de ellas encontró un trabajo y no siempre puede ir a recogerlo. Mis papas tenían un Renault 4. Yo tenía “un parche” de 5 primos y mi hermano. Una vez bajamos a Mariquita mis primos, mis papas, mi hermano y yo. Seguramente fue una imprudencia. El paseo y oir a mis vecinas.

La francofilia

Lo más extraño de todo es que siempre fui francófila. Me encantaba el francés en el colegio. La música melcochuda, Edith Piaf, las historias de La Resistencia, los existencialistas, los Derechos del Hombre, el Museo de Lourvre, los Impresionistas, los perfumes, los quesos, los vinos (aunque fuera sólo por esnobismo), la Revolución Francesa, Charles Aznaour, el fondue… Había viajado varias veces a Europa y lo disfrutaba profundamente. Era anónima, pero nunca invisible. Pero el turista sabe que vuelve y socialmente está en una posición privilegiada. El inmigrante está en la base de la pirámide social y todo el tiempo debe repetirse las razones que se inventa para no volver.

Cultura Universal

No entiendo muy bien porque si el cine, la literatura, y la cultura occidental en general privilegia y difunde la cultura francesa, los franceses no pueden creer que un extranjero la conozca. Mi esposo por ejemplo no entiende porque yo sé quién era el general De Gaulle, o Brigitte Bardot. Tratando de proteger lo propio, no se dan cuenta que gran parte de su cultura es patrimonio universal. Les divierte mucho la historia de que en Colombia se vendía el Renault 4 era el carro colombiano. O por ejemplo empiezan las historias explicando que hubo dos guerras mundiales, la primera y la segunda y que ellos estaban ahí. No pueden entender porque un colombiano se sabe esa historia. La Francia no es el centro del mundo, es el mundo. Eso es algo que a veces envidio, a veces me desespera y a veces me divierte.

La guardería

Mi bebe de seis meses entró a la guardería pública una vez a la semana. Por recomendación de la Sage Fame (partera) que le controla el peso cada mes, hicimos todo el proceso. El valor mensual depende de los ingresos, pero el costo es irrisorio. No piden materiales porque están incluidos en la pensión. El Estado da cosas como el jabón de limpiar a los bebes y se lo muestran a uno pero le dan la opción de traer otro… No es lujoso, pero hay todo lo que se necesita y está lleno de detalles bonitos, fotos de los niños, percheritos con chaqueticas y maleticas, llevan un diario de lo que el niño hace cada día y se lo dan a uno el día que el niño entra al colegio grande. Son muy amables y se tomaron el tiempo de consolarme el primer día que deje al bebe y me puse a llorar. Yo iba a pedir el favor de que me lo recibieran y ellos me explicaron que era un derecho; un servicio para las mamas que necesitaban hacer mercado y organizar su vida. Yo llamo feliz a mi mama a contarle todos los detalles. Ella por su parte me cuenta la tragedia de niños que conocemos sin colegio, con papas que se desentienden y pasan años sin darles un centavo, de instituciones que piden bonos, de exámenes para ver si el niño es apto y de papas que se van de corbata elegantísimos a ver si se ven como si pudieran pagar el colegio. De listas de útiles que parecen el inventario de un hipermercado. De gente que se cree mejor que la otra porque estudio en un colegio o en otro… y me da una tristeza…