domingo, 29 de marzo de 2009

Señor Vuiton

Señor Vuiton:

Es su culpa. No persiga a todos aquellos que copian sus carteras y mucho menos a los que las compran. Hace dos meses vi un programa en que la policía francesa detenía en la frontera con Italia a quienes compraban las LV de juguete. Hoy dieron otro programa de los investigadores que se dedican a perseguir a aquellos que las venden por internet. Es su culpa señor Vuiton. Usted fue el que nos dijo que sin una de sus carteras, somos feos, miserables, poca cosa. Usted fue el que nos mostró cómo son de felices y de exitosos los que viajan con sus maletas. Es usted el que montó uno de los almacenes más lujosos del mundo donde un monedero equivale a 2000 salarios mínimos en cualquier país el Tercer Mundo. Usted no ha dicho cómo salen de buenas sus billeteras, no habló de la calidad de los materiales o del trabajo hecho a mano. Usted nos mostró cómo el mundo se divide en dos, los que tiene una LV y los que no. Y los que no, son el 99% de la población mundial. ¿No podemos acaso antojarnos? ¿No tenemos derecho a una de sus carteritas lobas con letricas de colores? ¿No es evidente que la LV de alguien que espera el bus no es original? ¿No puede esa persona sentirse linda y a la moda con la copia de algo que nunca podrá comprar? ¿Acaso no ha visto usted los cuartos de las niñas decorados con litografías baratas de las bailarinas de Degas? Todos sabemos que no son la pintura original, son sólo un símbolo de estatus… Como sus productos. Un estatus que usted y sus publicitas se inventaron para justificar la ridiculez de sus precios. Usted ya es millonario señor Vuiton. Y todos los millonarios del mundo compran sus maleticas. La televisión nos muestra día tras día cómo esos millonarios son más felices y mejores que nosotros. ¿Por qué no dejarnos disfrutar de la ilusión?

Ventajas competitivas

Hoy hizo calor, deliciosos 16 grados que nos dejaron salir en camiseta al parque a jugar con los niños. Quizás el sentir la cercanía de la primavera nos hace mejores personas. El señor de la panadería estuvo amable y comento conmigo las bondades del clima. El mesero del restaurante estuvo muy simpático y trajo pan adicional. Mi vecino me ayudó a subir el mercado. Un día sin abrigo, sin saco, sin bufanda, sin gorro… ¿yo salí a la calle con esta camiseta? 9 meses de embarazo, el postarto, el invierno, la neura, me hicieron olvidar de mis dos amadas ventajas competitivas.

G.I. Joe

Primer acto
Mi esposo juega en el computador, mientras subo 5 pisos las bolsas del mercado.
- Mi amor, ¿Me ayudas a subir lo que queda del mercado?
- Subir el mercado es buen ejercicio para ti mi amor…
- Mira, yo no me casé con un G.I. Joe, para ser yo la que suba el mercado. – Respondo molesta.
- ¿De verdad soy tu G.I. Joe? – pregunta mi esposo con un brillo en los ojos.
- Claro mi amorcito. – Respondo con voz fingida y acaramelada.
Segundo acto
Mi esposo sube el mercado, baja la basura e instala la alacena.

Fumando espero

Como estaba buscando bebé, dejé de fumar. No toque un cigarrillo en todo el embarazo y mucho menos en la lactancia. Pero ahora mi hijo está feliz entre las compotas y las sopitas con pollo licuado y yo tengo ganas de fumarme un cigarrillo. Durante ese tiempo pasó la ley para no fumar en lugares públicos, ni en los bares, ni en los Tabac (tiendas de cigarrillos), ni en ninguna parte.
He visto a la gente en el invierno subirse a sus carros a fumar. En los reportes sobre la crisis económica mundial, ha habido reportajes de dueños de bares y restaurantes que anhelan la época en que se podía fumar en algunas zonas de sus establecimientos. La gente se quedaba conversando entre tinto y cigarrillo. Incluso he visto que en algunos pueblos alejados hay establecimientos que se resisten y la gente puede fumar como antes.

Un cigarrillo. Uno solito. Voy lo compro. Niño a la guardería. Mamá al Tabac. En Europa solo venden paquetes. 5 euros, con lo poco que he fumado siempre me va a durar 3 meses. No me prenden el cigarrillo, debo salir. Invierno. Me paro al lado de un anciano que se siente acompañado con mi presencia. “Bonjour Madame”. “Bonjour”. El señor me prende el cigarrillo. “Merci”. Y comienza la diatriba de un hombre solo que fuma afuera: “Qué no se le venda a los niños: de acuerdo. Qué se controle la publicidad: de acuerdo. Qué los impuestos sean muy altos, si está bien, como quieran. Pero desde que me pensioné he venido a este Tabac a conversar con mis amigos, fumábamos como chimeneas, nos reíamos, maldecíamos, mirábamos a las mujeres, apostábamos a las carreras. Ahora cada uno fuma solo en su casa. Ya no me entero de nada. No hay nada mejor que las infidencias de los fumadores y esas se esfumaron con la prohibición. Tengo 85 años. ¿Cuántos años más quieren que viva? ¿Hasta los 100 años? ¿15 años más de soledad?

Acabo mi cigarrillo y al ver que no enciendo otro, el hombre siente que me incomoda. “Perdone madame, no quiero molestarla”. “No señor, yo pienso como usted”. El anciano me pasa la mano por la cabeza como quien acaricia un niño y sigue su camino. Quisiera decirle algo, pero no sé qué decir.

jueves, 26 de marzo de 2009

El álbum

Cuando tengas 6 años vamos a llenar juntos este álbum. Es el álbum de Jet. En Colombia hay unas chocolatinas que traen estas monitas y en nuestra familia era una tradición hacerlo. Lo teníamos con tu tío cuando éramos chiquitos. La abuelita tuvo que comprar muchas chocolatinas para traernos el álbum y estas monitas. Fue una de las cosas que le pedí que me trajera cuando ibas a nacer. Todavía nos faltan más de la mitad, pero cada vez que vayamos de visita nos dedicaremos a comer chocolatina y a buscar las que nos faltan. Yo sé que me adelanté unos años. Solo espero que si te aburre hacerlo, te sientes junto a mí y me acompañes a pegarlas, para tener así a ilusión de que un pedacito de mi pasado viene a enseñarte los placeres simples de la vida.

Las lecciones

Es inevitable comparar. Me paso la vida comparando mi país de origen y mi país de destino, ser inmigrante y jugar de local, la comida, la gente, los recursos, la geografía… Trato por todos los medios de darme explicaciones para entender por qué me siento de una forma o de otra, por qué choco, por qué me angustio, por qué a veces me muero de miedo de volver y prefiero quedarme acá. Por qué algunos días me siento feliz. El purgatorio en el que me sentía ha empezado a desaparecer y hay ante mí una realidad que más o menos manejo, o que simplemente acepto. Estoy aprendiendo mis lecciones.

Lección 1. Un francés es un francés. Libertad. Igualdad. Fraternidad. No es un mundo perfecto. No las tienen todas consigo. Pero hasta el niño del pueblo más pequeño, mas escondido, más lejano, irá al colegio y si algo le pasa, alguien llorará por él. Que tienen millones de subsidios, que le tienen miedo a los extranjeros, que son tercos y creen que La Francia es el centro del universo… si. Pero ese niño tendrá derecho a un médico y si fuera pobre aún así tendría derechos y herramientas para no pasar de la pobreza a la miseria.

Lección 2. Un colombiano es un colombiano, pero de nada le sirve. Los que menos queremos a los colombianos, somos los colombianos mismos. Por más mal que nos traten en el exterior, no es tan terrible como nos tratamos en el interior. Polarizados, clasificados, estigmatizados hasta por las más mínimas insignificancias. El estrato. El partido político. La gente de bien. Los otros. Los que no piensan como yo. Los pobres. Los más pobres. Los miserables. Al norte o al sur. Las minorías étnicas. Los homosexuales. Las mujeres. Los niños y las niñas. Los ancianos. Conmigo o contra mí. El campo. La cuidad. Sometidos a un check-list que nos da o nos quita derechos, accesos, entradas, permisos… ser solo colombianos no nos da derecho a nada y por el contrario es sinónimo de indefensión e indiferencia.

Lección 3. No comprar.

Conchita

- Mija, estabas perdida…
- Si tía, tu sabes que operaron a mi esposo y estuve de enfermera toda la semana…
- Ah mija y tu sin ayuda como siempre… y ¿cómo está él?
- Bien. ¿Y tú? Te oigo como alicaída…
- Ah mija, es que tengo una contrariedad, imagínate que tengo líos con Conchita por culpa de la hija. Esa muchacha se volvió un peligro desde que entró a la universidad. Que si Conchita esta en pensiones, que si esta en cesantías, que tiene derecho a vacaciones, a salud, no mija… ¿Tu te imaginas que le hubiéramos pagado a Conchita todo eso estos últimos 20 años?
- ¿Tía y es que tu no la tienes en nada de eso?
- No mija, ni que yo fuera millonaria, además eso es una moda que les ha dado, que todo el mundo tiene derecho a todo.
- Pero tía y si se enferma… y que va a ser de ella cuando este mas viejita y no pueda trabajar…
- Mija lo que te digo siempre, la gentecita se las ingenia, además ella es de buenas, le salió esta muchacha como inteligente y logró que entrara a una universidad nocturna, que se paga trabajando de día en una oficina… eso es mucho avance mija…
- Si tía pero es que ella tiene derecho…
- Ah no, no vas a empezar tu también con esa cantaleta… ¿Tu te imaginas que acá todos viviéramos como tú? Sin ayuda, sin gentecita que le colabore a uno, cambiando pañales, cocinando… ¡Qué horror!
- Tía me toca dejarte porque se me despertó el bebe y la conciencia social.
- ¿El bebe y quién mija? Ah colgó. Bueno volverá a llamar, siempre que esta aburrida termina llamando.

sábado, 14 de marzo de 2009

*Politesse Francesa

No importa que siga las normas, que de las gracias, que pida el favor, que sonría, que deje a los ancianos pasar ates de mi… no importa lo que haga siempre me enfrentaré a la politesse francesa, que es la forma correcta y educada de “dejarte morir” en medio de las normas, de castigar el pecado de ser extranjero y estar en su país, es poner una barrera emocional para no estar obligados a la empatía o a la solidaridad.

Me pasa todo el tiempo. Estando embarazada me dio un calambre en una pierna y me caí de rodillas en frente del hospital. Estaba sola con esa barriga monumental, con los pantalones rotos y las rodillas raspadas. Subí a la sala de las parteras, para pedir ayuda. Estaba llorando, me sentía sola y miserable. Cuando hablé con la partera a cargo, me dijo que no podía ayudarme si no hablaba bien el francés. Que le era imposible entenderme. Yo me di la vuelta para salir de la sala y en ese momento una mujer árabe me dijo: - No madame, las cosas no son así…. - Y se paró y empezó a gritar para que me ayudaran. Tremendo escándalo. Vinieron otras parteras y me atendieron diciendo que tal vez la otra no había entendido que era lo que me pasaba.

Esta semana estaba haciendo fila en un laboratorio clínico con el bebé en los brazos. El niño empezó a moverse y a desvestirse. Tuve que salirme de la fila unos 30 segundos para sentarme y organizarlo. Cuando quise volver a mi lugar, el anciano que estaba atrás de mi me dijo que había perdido el turno por salirme de la fila. Para evitar problemas me paré en el último lugar. La enfermera que atendía, dijo que yo había llegado primero, y yo le dije que no importaba, que era más urgente atender a las personas de la tercera edad y seguí en mi nuevo lugar.

Ayer tenía una hora exacta para hacer mercado. El niño estaba en la guardería hasta las 12 m. Tenía todo calculado. Fui a un mercado al que nos inscribimos para tener derecho al escáner, así yo marco mis productos al cogerlos de las góndolas y no tengo que sacarlos del carrito para pagarlos. Compré bolsas, empaque todo clasificado, tenía todo bajo control hasta que llegue a la caja. La señorita sin mirarme dijo: Revisión. El sistema “aleatoriamente” puede pedirle al usuario una revisión para verificar que haya marcado todo. Y me acordé que las ultimas 3 veces que había comprado ahí, me habían hecho revisión. Le dije a la señorita de mi situación. Sin mirarme dijo de nuevo: Revisión. Apareció el administrador y comprendí que siempre me harán revisión, que el escáner no aplica con mi origen. Protesté inútilmente. Dejé el mercado en la caja y salí. Sin mercado y sin tiempo. Anoche el bebé y yo, nos dimos un banquete de restos de despensa: probó por primera vez los duraznos enlatados y se puso feliz.

*Politesse: Cortesía, urbanidad

jueves, 12 de marzo de 2009

La alegría del hogar

- Oye tía ¿y cómo le ha ido a “La Titis” de mamá?
- Divinamente mija. Los primeros 15 días, una enfermera adorada para la noche, y una niñera medio revolucionaria para el día.
- ¿Y eso?
- No pues imagínate que no se quería poner el uniforme para ir al club. Que ella disfrazada no iba a ir.
- Tía pero para que es ese uniforme blanco, es un poco humillante…
- Ah no mija, uno no paga todo lo que vale un club para que el hijo de uno termine enamorado de una muchacha de estas, ni más faltaba, que se sepa quién es quién, la diferenciación es clave mijita.
- ¿Y entonces?
- No pues tocó salir de ella, pero se consiguió otra que venía del campo, un poco bestia pero como buena persona.
- Ah bueno…
- El que se ha salido encantador es Pedro, ¿te acuerdas el mensajero que le ayudaba en el banco a tu tío?
- Si más o menos.
- Pues se pensionó y se compró un taxi, y es el encargado de comprar todas las cosas para el bebe, que los pañales, que la leche, la mano derecha mija.
- ¿Oye y la niña que les hacía el aseo sigue con ellos?
- Si claro, un poco tensa la cosa con la niñera y la enfermera, pero bueno, celosa se pondría… uno no sabe…
- Oye pero que montón de gente para cuidar un bebe…
- Ah no mija, es que “la alegría del hogar” no son los hijos, sino las personas que ayudan a educarlos. Sólo a ti se te ocurre tener un bebe allá sin nadie, ni enfermera, ni niñera, ni chofer, ni empleada, sola, sola, que horror…
- No tía eso acá es carísimo. Entre mi esposo y yo nos las arreglamos. Además el bebé nos tiene enamorados: dice mamá, papá, saluda, señala, hace como una serpiente, manda besos, se ríe todo el día… Es una belleza. No cambio por nada en el mundo el tiempo con él. Pero bueno, no me has contestado, ¿cómo le va a la “La Titis” de mamá?
- Bien mija, bien…
- Y el bebé ¿Qué tal?
- ¿Sabes que no me he fijado? Oye y cambiando de tema, que disque tú estás escribiendo en Internet las conversaciones con una tía goda, clasista y elitista…
- ¡No tía, incapaz!
- Ah, bueno… además cual tía si en esta familia todos somos gente de bien.

Saco motoso

Odio los sacos motosos. Prefiero botarlos. A veces los afeito, pero es peor, les salen más y más motas. Pero este es tu primer saco motoso. Te lo compró la abuelita en Bogotá para que durmieras con él. Le decíamos el saco del colegio, porque parece de uniforme, azul claro con rayita blanca. Este es el primer saco motoso que no pienso botar.

jueves, 5 de marzo de 2009

Una miradita mona

La gente me pregunta cómo nos ven desde Francia. Igual al chiste del señor que sube a Monserrate a ver como se ve Bogotá sin él. Extraña megalomanía que hace que los colombianos piensen que el resto del mundo está al tanto de nuestras miserias. Aceptémoslo, no somos ni de lejos un tema de conversación significativo. Aparecemos de forma esporádica e inconexa. La “imagen país” con la que amenizan los tecnócratas sus presentaciones de Power Point, es un collage minúsculo en un mar de información.

El tema de Ingrid. Caballito de batalla de muchos. Para el gobierno francés un día era una piedra en el zapato y al otro la oportunidad de mostrar su compromiso con los derechos humanos. El día del rescate salió la noticia cada 30 minutos. Los impactó sobre todo que la percibieron un poco salida de sí. Claro, ellos no la conocían de antes. En las semanas siguientes, salían pequeñas notas. Hasta que empezó a salir muy elegante y haciendo mucho bombo y eso les empezó a molestar. ¿Hoy? Nada. Ya pasó.

El tema del café. Nada. Cuando uno lo regala les parece simpático, pero no existe el imaginario de “el mejor café del mundo” porque además les gusta fuerte, no suave.

Cuando hay muertes, masacres, secuestros, aparecen pequeñas noticas de 10 segundos cada 30 minutos en el canal de noticias, mezclado con todo lo demás. Nada especial. La gente se sabe el nombre de las Farc, así como se saben el de la Eta, o el de Sendero Luminoso, o el del Ira… así como: ¡Diga 10 marcas de cigarrillos….! Lo mismo. Uno de muchos.

En cuanto al narcotráfico, la gente tiene claro que la buena coca viene de Colombia y se acuerdan del Cartel de Medellín y de Pablo Escobar. Pero más en el plano anecdótico.

En el radio se escuchó mucho tiempo la música de Juanes y algunos entienden que es colombiano. He traducido varias veces al francés la Camisa Negra, pero al oír la traducción se desilusionan del contenido. Como por 15 minutos fue un sex symbol, gracias a un reportaje en una revista que lo presentaba como un “Don Juanes”.

Con Shakira pasa igual, pero con un agravante: Me preguntan si bailo como ella. Luego dicen en español: “Caliente”, “Caliente”. Y hacen con las manos los gestos universales de culo y tetas.

Cuando ganó Obama, salían en la parte inferior de la pantalla, las felicitaciones que mandaban los diferentes países del mundo al presidente electo. Arriba analistas políticos daban sus comentarios. Cuando apareció la felicitación del presidente colombiano, entre paréntesis salía la aclaración que era el único que apoyaba abiertamente a MacCain. Y empezaron a reírse los analistas. Que era obvio porque era un gobierno de ultraderecha ----bip----, el último amigo de Bush ----bip----, que con el tema de derechos humanos la cosa estaba ----bip-----, que los demócratas no veían con buenos ojos ----bip----, que a pesar de estar en extremos ideológicos, era igualito al el presidente de Venezuela ----bip----. Y yo mejor me autocensuro porque me da miedo terminar de falsa y mucho peor, de positiva.

Me han preguntado si Colombia queda al lado de México, si tenemos llamas, si hay estaciones (el concepto zona tórrida, no existe y no me creen que en Bogotá haga frio)… Pero no sólo en esta dirección, cuando vamos a Colombia nos preguntan cosas similares de Francia.

Entonces el problema no es la “imagen país” de los tecnócratas. Ni la colcha de retazos que se ve a través de las noticias. A mi ya no me preocupa cómo nos ven, sino cómo nos vemos. Por esto, cuando alguien viene a comer a mi casa, yo explico que en Colombia no tenemos tanto protocolo como en Francia, que no es mala educación llegar a una casa sin estar invitado. Que milagrosamente la comida alcanzará no importa cuántos sean. Y que al sentarse a la mesa alguien dirá: Hay para todos.

Conversación inútil 1

- ¿Viste que el miércoles pasado salió el presidente, en primera página del periódico, peinándose con una peinillita negra de miscelánea en una cumbre internacional?
- Si mija, ¿por?
- La peinillita era igualita a una que tenía Argemiro el conductor del bus de mi colegio. Siempre que Lily lo iba a regañar, se peinaba nervioso… “Argemiro, me acaba de llamar un papá a decirme que otra vez lo vieron volarse el semáforo de la 85”. “Si señorita Lily, que pena señorita Lily”. “Donde nos ponga un parte se lo descuento Argemiro”. Y el pobre se peinaba y se peinaba.
- ¿Qué habrá sido de la vida de Lily? Le debe haber quedado una fortuna con lo del colegio.
- ¿Qué habrá sido de la vida de Argemiro? Ni pensión tendrá el pobre.
- Ah mija, tu sabes que la “gentecita” siempre se las ingenia, eso no se dejan morir.
- Estoy acá buscando a ver si hay fotos de Sarcozy peinándose con peinillita de miscelánea.
- Que falta de oficio mija, ¿y tú cómo haces para encontrar esas cosas?
- Pongo en Google, presidentes + peinillita + miscelánea. Encontré una foto de Sarcozy todo desatalajado de cuando lo dejó Cecilia. Sin afeitar el pobre. Ahora si vive elegantísimo, gracias a Carla.
- El que me encantaba a mi era Chirac, engominado, siempre divino, de punta en blanco. Con pinta de estadista.
- ¿Tú sí sabias que Madame Chirac, tiene la fundación “Pièces Jeunes” (Moneditas Amarillas) y la gente a final del año le manda las moneditas de centavo, y con lo que recoge mantiene en todos los hospitales un salón para que los niños enfermos puedan seguir estudiando?
- Chirriada la idea mija.
- En Colombia eso no se puede hacer, porque se nos iría la plata en reabrir los hospitales.
- Si mija, pero es que tenerlo a “Él” allá arriba nos vale mucha plata. Además la gente de bien, o tiene su prepagada o se va a Houston, y tu sabes que la “gentecita” siempre se las ingenia. Oye y cambiando de tema, ¿tú ya organizaste la venida de este año?
- No tía, voy a ver cómo me las ingenio.