Si alguien lee los primeros post publicados en este blog, se dará cuenta que yo empecé a escribir porque sentía que me estaba desapareciendo. El hecho de no ser ni francesa, ni árabe y de vivir en un pueblito muy elegante del sur de Francia, me dio la sensación de haberme vuelto transparente, invisible. Aislada en medio de la gente, sin hablar la lengua, sin amigos, habiendo dejado todo y a todos, sólo tenía a mi esposo que constantemente esta en misiones de entre una semana y tres meses. También tenía un bebé para cuidar, al que debía procurarle una vida feliz. Entonces para existir, para dejar un registro de mi experiencia y una prueba de mi existencia, empecé a escribir semana tras semana. Les mande enlaces a algunos familiares y amigos buscando consuelo. Le mandé los textos a mi mamá para que me corrigiera la ortografía. Y dado que el blog esta en internet hubo gente que me encontró por azar. Entre ellos hubo personas que se tomaron el trabajo de escribirme, que me mandaron comentarios, críticas, palabras de aliento. Sin saberlo esas personas han sido como un cable a tierra. A esas personas les debo mucho. Esos mensajes son mi tesoro. Esas personas saben que yo no desaparecí, que solo cambié. Que no soy la misma, pero que sigo igual.Yo no soy una escritora. No soy coherente. Me contradigo. “Así como digo una cosa digo otra”, como sentencia sabiamente la Chimoltrufia. Pero escribir organiza mis ideas y descongestiona mi alma. Y afortunadamente existe gente que lee lo que escribe mi corazón a pesar de que no sea un experto en sintaxis o gramática. A todos ellos muchas gracias.




