martes, 10 de agosto de 2010

En español

De cumpleaños mi amigo Andrés me mando un libro desde Madrid. En español para más señas. De uno de mis autores favoritos para mayor mérito. Yo cumplo años en marzo, pero guardé el libro para el verano. Para las vacaciones. Con un hijo de dos años, dos hijastros itinerantes y un esposo, las vacaciones no son precisamente para descansar. Pero a veces, hay momentos, lapsos increíbles de 15 o 20 minutos, pequeños recesos después del almuerzo, instantes minúsculos en que saco mi libro y leo. En español. No es que yo no lea en francés, lo hago e incluso me obligo a hacerlo pensando en el día en que mi niño vaya al colegio. Pero no es un placer. En cambio, con este regalo me sumerjo, nado, me pierdo. Es un libro escrito en primera persona por un hombre que está loco, donde los saltos en su conciencia y su falta de atención no dejan ver lo que sucede realmente, solo el reflejo absurdo de lo que interpreta. Voy en la mitad. Quisiera que fuera más largo. También quisiera quedarme una tarde entera leyéndolo. Pero nadie puede tenerlo todo. Yo tengo el libro en español para los minutos de paz que me deja el verano. No puedo pedir más.

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