domingo, 6 de diciembre de 2009

Dos mundos

Existen dos mundos. Un mundo de los que tenemos niños y un mundo de los que no los tienen. No teniendo suficiente con la montaña de clasificaciones que han encajado mi vida – para bien y para mal – ahora disfruto y sufro la de ser mamá de un niño de menos de dos años. Mezcla perversa entre sufrir el apartheid y pertenecer a un club social. Mientras los amigos solteros comentan: “La hemos perdido, ya no es la que solía ser!”, las amigas-mamás sentencian : “Así te quería ver, pendeja!.”

Mientras a los amigos solteros la navidad y el final del año, les da permiso de deprimirse y/o emborracharse y/o cuestionar el sentido de sus vidas, los que tenemos niños, no tenemos ni permiso ni tiempo de deprimirnos ni de cuestionar nada diferente a armar el árbol, comprar los regalos, organizar las celebraciones, pasear por las iluminaciones… Los solteros se auto regalaran el último teléfono, el último computador, lo más top, lo más cool… Los que tenemos niños si la suerte nos acompaña recibiremos un saco, de alguien que se apiadó de nosotros, pero tendremos la ilusión de la llegada del Niño Dios o del Papa Noel, según sea el hemisferio. Comprar juguetes con la excusa de que son para nuestros hijos es uno de los nuevos placeres de los que no nos avergonzamos, aunque muchas veces la selección se acomode más al gusto del niño que dejamos atrás, que al del que tenemos en frente.

En el pasado mi refugio era algún café snob con terraza donde me sorbía un capuchino con el palito de revolver y me fumaba un Kool Light. Ahora lo es cualquier Mc Donals, reino de las mamás con niños pequeños, chillones, gritones e hiperactivos. Refugio de los papas divorciados que recurren, sabiamente, a llevar a sus hijos itinerantes a un lugar donde eso que no se van a comer y que parcialmente se van a untar, no es tan costoso y viene acompañado de un juguete que compensa la baja calidad nutricional de lo que botan a la caneca. Bendito sea el piso pegachento donde un reguero más no es el fin del mundo. Qué me importa a mi quedar con hambre después de ingerir la caricatura de una hamburquesa, si tengo un sitio donde cambiar el pañal, lavarme las manos, hacer pipi y dejar al chino nadar en una piscina de bolas plásticas babosas.

Ahora me paso la vida buscando un buen parque, me gasto la mitad de mis ingresos en vueltas de carrusel, hago careoke con Los Canticuentos… Cuando encuentro a mis iguales intercambio datos representativos como: ¿Cuántos meses tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Ya pasa la noche derecho? Doy consejos, comparto recetas, pregunto donde consiguieron ese abrigo tan chusco y en invierno salir sin gorrito: ¡Jamás!

Recuerdo ese otro mundo en el que uno podía dedicarle el sábado a la peluquería, a hacerse las uñas, a medirse blujeanes, brasieres, zapatos. Noches de rumba. Tardes de siquiatra. Algo me falta, pero no sé que es. Qué desparche. Tengo que cambiar de celular porque mira, se le rayó la pantalla. El celular que tengo ahora es el juguete favorito de mi hijo y se le borraron los números un día tratando de quitarle un pegote de compota.

En este mundo soy la mamá. En este mundo no busco consuelo, lo doy. El centro del universo se desplazó y llora en mis brazos cuando el vecino lo asusta con el ruido del taladro. En este mundo el final del año no me hace preguntarme sobre el sentido de la vida, solo trato de mostrarle a alguien más que la vida vale la pena.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y...¡ay! de lo que te falta: películas de Disney ochenta veces, servicio de chofer diario sin paga, búsqueda de sitio de vacaciones con piscina o mar sin posibilidad de ir a Centros Comerciales, llamadas de amigos solteros pidiendo un tiempito sin el chino... y, más adelante: escucha de rabietas porque no todo sale como se quería, pedida de ampliar los límites, búsqueda de ropa que "me sirva"...etc, etc, etc.
Sin embargo, no cambio mi vida de mamá. Igual hay muchas alegrías, como: tú eres la mejor mamá del mundo, eres la más linda y muchos Te Quiero Mucho en todas las paredes, libros, cuadernos, billeteras que tengo. ¡Me gusta!/Liliana Jiménez

Maria Cecilia dijo...

que increible que puedas escribir lo que exactamente yo siento...estoy leyendo tu blog y esta muy interesante...saludos desde Chile!