jueves, 19 de agosto de 2010

Acto de contrición

Gracias a un mail que recibí esta semana he comprendido que soy una persona intolerante. Por mi pecado pido perdón. Pero como todos los intolerantes mi falta tiene origen en la ignorancia. Años y años de hablar del primer mundo y sus maravillas. Documentales de Transtel que me mostraban una parte del mundo perfecta y organizada. Cuantas películas del valor de La Resistencia frente a la invasión Nazi. ¿Cómo podía yo imaginarlo? ¿Acaso los amigos y parientes que ahorraban toda su vida para conocer Europa, alguna vez me dijeron la verdad? ¿Acaso la Alianza Francesa de Bogotá me mostró algo distinto a una postal de Paris lleno de magia donde todos se enamoran?

No. Pero eso no me justifica. Debo enmendar mi error. En adelante seré tolerante y comprensiva. Dejaré de quejarme. Lo prometo. Cuando me reclamen cómo puede ser posible que haya un país sin estaciones, daré generosa mis conocimientos en geografía. Cuando me pregunten si en mi país conocen de computadores, cajeros automáticos, semáforos, teléfonos portables, internet… pacientemente explicaré conceptos como la globalización, la economía de mercados o el comercio internacional.

Cuando me reclamen porque me gusta Frank Sinatra a pesar de no ser colombiano, amablemente expondré que existen personas que pueden reconocer la belleza en culturas diferentes a la propia. O cuando me miren de forma sospechosa al saber que fui a la universidad, estoicamente confesaré que incluso tenemos hospitales, centros comerciales y edificios con ascensor.

Tengo que ser paciente. ¿Cómo iba yo a saber que esta gente es… como toda la gente? Víctimas del devenir histórico. ¿Qué culpa tienen ellos de ser los niños ricos del mundo? ¿De no haber visto sino riqueza y abundancia? ¿De haber sido educados para sufrir de un complejo de superioridad que no les permite ver al resto de la humanidad como iguales? ¿No son acaso nuestros mismos problemas pero al revés? ¿Qué culpa tenemos nosotros de ser los niños pobres del mundo? ¿De no haber visto sino pobreza y corrupción? ¿De haber sido educados para sufrir de un complejo de inferioridad que no nos hace ver al resto de la humanidad como superiores?

Aprenderé a ser tolerante con su intolerancia. Los veré como iguales. No me asombraré de su ignorancia. Pondré su cultura al nivel la nuestra. Querré a los que me quieran y no me la dejaré montar de los que me traten mal. Eso sí, no dejaré de escribir sobre ellos y sobre nosotros, porque una cosa es ser tolerante y otra muy distinta es renunciar al infinito placer de criticar.

2 comentarios:

Wilmar dijo...

jajaja dios es que siento que me has quitado las palabras de la boca, me pregunto si es que esto será pues una etapa, la de la intolerancia, la de no soportar ni un comentario venido de la ignorancia y la profunda necesidad de sentirse "mejor". Si, como tu soy un intolerante, me canse de las explicaciones, me canse de traducir mis palabras, de repetir mis frases y de los malentendidos odiosos del dia a dia. Pero aqui estamos, y habra que ser pacientes y entusiastas, aquellos que le quiten el maquillaje a las postales y muestren la frialdad y el vacio de las ciudades desarrolladas. Saludos // por cierto, con tu permiso, me robo el articulo para ponerlo como nota en mi Facebook, obviamente, te dejo como fuete ;) Saludos, Wilmar R

Anónimo dijo...

Es genial!!