viernes, 26 de noviembre de 2010

Síndrome de Mary Poppins

La mayor parte del tiempo sufro del Síndrome de Mary Poppins. Extraña enfermedad que me hace verle el lado bueno a las personas malas, el lado simpático a las situaciones, el lado positivo a las catástrofes. Entre los múltiples síntomas están la posibilidad de reírse y llorar al mismo tiempo y las respuestas sistemáticas como: “no es tan grave”, o “la próxima vez nos irá mejor”. La gente piensa que soy una persona positiva y con una gran capacidad de análisis, pero lo que no saben es que he desarrollado esta sofisticada enfermedad como mecanismo de defensa contra el fracaso y la desilusión.

Pero lo más extraño de este síndrome, es que a veces desaparece: no puedo verle el lado bueno a los malos, todas las situaciones me parecen catástrofes, repito frases en futuro definitivo como: “hasta aquí llegamos”, o “no doy mas”. Las personas que entran en contacto conmigo en estos periodos, piensan que soy negativa y melodramática. Que solo veo lo que quiero ver. Que soy una neurótica - quejumbrosa.

Hace 19 días Mary Poppins se bajó del bus y me dejó sola. Esta es la razón por la que hace 19 días no escribo. Todo lo que digo o pienso es gris. Estoy triste y desilusionada. Es posible que sea el invierno, la cercanía a la navidad y la lejanía de los que quiero. Es posible que Mary Poppins se haya dado por vencida después de meses en los que no hemos parado de luchar. La pobre ha tenido un año muy duro. No la puedo culpar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Voy a buscar en las diferentes tiendas algún producto colombiano que sea supercalifragilisticoespialidoso para mandarle por correo postal y que una sonrisa le permita empezar con un poco mas de animo la temporada invernal y si veo mary la empaco en buseta para la france, un abrazo desde españa.

Alexandra Vega-Rivera dijo...

Quizá Mary se bajó antes por la misma razón que tu lo hubieras hecho, seguramente están las dos igual de aturdidas, no se han encontrado de vuelta, no se han llamado, pero ya se va a encontrar de nuevo, seguro. Y aunque éste comentario suene muy así, no soy ella, Mary. Pero si soy otra transeunte que eventual y habitualmente se cuelga de su paragüas y ella por momentos se cansa de cargar mi peso y me da una patada y me manda para abajo, un día vuelve y te toca la puerta o la encuentras desprevenidamente haciendo pis en tu baño. Ya va a volver y tu también, vas a ver. Abrazo!