miércoles, 28 de septiembre de 2011

Descriteriado con iniciativa

Libres en la naturaleza, robustos de un entusiasmo sin límites y carentes de cualquier tipo de conocimiento especifico, estos seres a simple vista normales son en si mismos la comprobación de que la ignorancia es un arma mortal.

Aunque sus espacios de trabajo los delatan, cuando se atraviese la puerta ya será demasiado tarde: bibliotecas con libros de autoayuda organizadas por colores, diplomas y diplomitas de seudo estudios de educación continuada enmarcados en cartón, fotos de  ellos mismos con su jefe y con algún presidente de ultraderecha, una cachucha de la última actividad de integración, una pelota antiestrés y una foto del hijo con las orejas de Mickey Mouse.

Si bien tanto entusiasmo resulta sospechoso, es fácil caer en su trampa. Dotados de cierto carisma infantil evocan siempre un discurso positivo (hiper-positivo), hablan de la infancia con el ojo aguado y no tienen proyectos o planes sino sueños que están haciendo realidad. Entonces a pesar de que el sentido común se deshace en súplicas, uno se mete en proyectos, que en realidad son sueños de un descriteriado con el cerebro atiborrado de endorfina.

Son capaces de todo y lo quieren todo, sin saber como ni porque. Piden un Rolls-Royce rojo Ferrari. Que el logo sea como el de Coca-Cola pero en otro color y con otras letras. En la página web quieren noticias, chat, newsletter y foro porque están seguros de que sus futuros clientes querrán saber de ellos todos los días. Con el agravante de que a medida que pase el proyecto ellos seguirán navegando en internet - "... porque, sabes? yo soy experto en internet, he navegado en mas de 100 paginas y de algunas me se las direcciones completicas..."-, y querrán seguir llenando hasta el infinito un collage inconexo en el cualquier cosa podría suceder. (1)

Luego, cuando las cosas no funcionan, se enfurecen. Incapaces de entender y asimilar conceptos como causa y consecuencia, buscaran a otros descriteriados que actúan como "asesores" que les dicen lo que quieren oír. Entonces el discurso se transforma con frases como: "tengo un asesor que me dice", "tengo un amigo experto en el tema", porque ellos por si mismos, no son capaces de establecer el bien y el mal, lo correcto o lo equivocado. Entonces como niños malcriados se ponen agresivos, dan ultimátums, no hay explicaciones que valgan y mientras uno trata de explicarles cosas que debieron haber aprendido en primaria, se repite que es la última vez que se deja convencer de alguien capaz de ponerse una cachucha amarilla con un letrero que dice: "Unidos podemos lograrlo".

Bendito sea el cinismo, la mala leche y la duda metódica, dignos hijos del conocimiento. Las bibliotecas desordenadas con libros que han sido leídos. Los diplomas universitarios guardados en el fondo de un cajón. Viva el pesimismo y el criterio que en el futuro serán mis armas para aprender a decir: No.

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(1) Nota aclaratoria:
Los ejemplos son tomados de la dramática experiencia de la autora en el diseño web.

1 comentario:

Vicky dijo...

Angela, hoy empecé a leer tus escritos, excelentes, puntuales e irónicos a la vez de irreverentes como es este del inmigrante; yo que clasifico en este grupo valoro cada uno de los puntos y observaciones que tan acertadamente haces sin dejar de lado observación alguna... En mi caso aparte de lo que tan acertadamente mencionas me he enfrentado a un fenómeno extra no se si en Francia suceda igual y es el de los mal llamados "paisanos" que al ser inmigrantes igual que yo se convierten en tus peores jueces y en algunas dolorosas situaciones tus implacables verdugos..