miércoles, 6 de enero de 2010

Desde Bogotá. Los cambios.

Todo cambia. No. No todo, algunas cosas siguen iguales. Pero volver es un extraño ejercicio de inventarios de lo que sigue igual, de lo que varió, de lo que se movió, incluso de lo que desapareció. Solo hace dos años que me fui de esta ciudad y ya soy extranjera. Efecto perverso. También soy extranjera allá. De ambos lugares se muchas cosas, pero de ninguno lo se todo y en los dos soy una especie de bicho raro.

Los días de sol en Bogotá son tan lindos, tan brillantes. Me acuerdo que cuando era niña nos acostábamos en el pasto y si no había una sola nube en el cielo, pedíamos un deseo. En mi vida todos mis deseos se han cumplido de formas extrañas, así que desde hace años cuando tengo la oportunidad de pedir uno, solo repito: “Que todo salga bien”.

Los amaneceres en Bogotá son helados. Estamos resfriados y dormimos con saco y medias. Este frío lo recuerdo, sigue igual.

Los atardeceres siguen siendo tristes. Pero la tristeza se acaba al llegar la noche.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bufff se me hizo un nudo en la garganta y se me aguaron los ojos, Gracias Angela por hacer un invertario de sentimientos inmigrantes en el blog. JCB

Anónimo dijo...

Que todo salga bien. Feliz año Ángela. ML (en otro lugar del mundo)