domingo, 12 de septiembre de 2010

Ímpetu

Y de pronto hizo frio. El viento que viene del mar está helado. El sol perdió su ímpetu y se toma su tiempo en amanecer. El verano se acabó. Se fueron los turistas. Volvieron los niños al colegio. Este será mi tercer otoño. Ahora no envejezco en años sino en estaciones. Porque ahora envejezco. Para bien y para mal. El otoño me recuerda a Bogotá: atardeceres naranjas y un poco de frio. Supe que envejecía cuando en vez de pensar en comprarme una nueva chaqueta, le cambié los botones a la que tenía. También lo confirmé cuando me descubrí comprando ahuyama para hacer sopa. Incluso tengo problemas de adulto. Hago cuentas en las hojitas que le sobran a la chequera. Me cuesta trabajo mantener el espíritu zen y la actitud “peace and love”. Como los otros adultos empiezo a perder la inocencia y a evidenciar mi desilusión. Era inevitable. Tarde o temprano iba a suceder.

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