domingo, 24 de octubre de 2010

Protesta

El pueblo francés lleva todo el mes en medio de huelgas y protestas a la reforma pensional. Los sindicatos, los estudiantes, los empleados públicos y los privados. Ha habido trancones, bloqueos a los distribuidores de combustible y en menor medida a los de alimentos. La poca aceptación con la que contaba la imagen de Sarkozy acabó de hundirse y de un plumazo se aprobó una reforma en medio del “caos”. Y pongo “caos” entre comillas porque con contadas excepciones estas huelgas y protestas parecen más unos amigos que van a un concierto o al futbol. Lo digo con conocimiento de causa, yo que estudié diseño gráfico en la Universidad Nacional y el edificio queda sobre la 26.

La mayor aspiración de un francés es la pensión. Incluso en la encuesta sobre la felicidad, los que acaban de pensionarse son los que se confiesan felices con mayor frecuencia respecto de los demás grupos. Me daba entre tristeza y ternura ver a los adolescentes protestando por la pensión. Cuando yo era adolescente, estaba convencida de que no iba a envejecer y además estaba mas preocupada por vivir, por sacarle jugo a mi existencia que por el día en que iba a dejar de trabajar. Y no es que yo diga que no es una protesta justa, pero respecto a otras dolencias que aquejan a la sociedad francesa, esta es de las menos graves. Además si uno tiene en cuenta el subsidio de desempleo, las ayudas por tener hijos, las facilidades de formación, la educación gratuita, la seguridad social y todos los demás beneficios con los que cuentan los franceses, no puedo dejar de pensar en Verónica Castro llorando a través de sus pestañas postizas en la presentación de “Los ricos también lloran”.

Como un gatico que se muerde la cola, la pobre Francia vive atrapada entre la realidad y la teoría. Tener la mejor seguridad social del mundo vale y el discurso del gobierno parece más el de un papá consentidor, botaratas y sobre protector el día que el sueldo no le alcanza para tanto capricho. La misma gente que protesta le saca a la seguridad social dos cajas de un remedio del que solo necesita una, para luego votar la otra el día que se pasa la fecha de vencimiento. Si de algo saben los franceses es de revisar dichas fechas para luego tirarlo todo a la basura.

Si yo tuviera tiempo y energía para salir a protestar, si me interesara, si no estuviera en medio de una indigestión de francofonía, o si al menos fuera francesa, protestaría por otras cosas. Gritaría arengas por el derecho a elegir. Le pediría al Estado que dejara de pensar por mi. Que me diera la responsabilidad sobre mi vida y mis decisiones. Pediría que me devolvieran la ambición, el apetito, la necesidad. Que dejaran de rellenarme de subsidios para sentir el júbilo del logro y la satisfacción personal. Que me dejen fumar tranquila, hacer ruido, comer grasas… Pediría que me discriminaran de frente, que me dijeran *&$%* extranjera de la gran *&$%*, en vez de mirarme con recelo y dirigirse a mi con eufemismos. Protestaría por vivir una vida plena hasta los 80 y no una insípida hasta los 125. Pero no vale la pena protestar, porque aqui nadie me entendería.

3 comentarios:

Guillermo dijo...

Que buena entrada! Simplemente fabulosa!

Anónimo dijo...

Me encanta tu blog! y tu estilo de redaccion, me sorprendi al saber que no eras journaliste, hehe. Soy una admiradora de tu pg la cual me ha ayudado a tener una idea desde tu perspectiva , yo estoy haciendo horas en la alianza aca en colombia para hacerme unos estudios alla.

Scarlet dijo...

Hola, qué agrado! Este post lo leiste de mi cabeza! Pienso exactamente lo mismo, sobre todo la parte de sobre qué protestaría yo si fuera francesa!!
Te invito a pasar a leer mis propios descargos...