Estos dias ha hecho muchísimo calor. Paso por su casa para que me invite a una cerveza fría. Ella tiene una nevera 4 veces más grande que la mía. La encuentro frente a una montaña de ropa que plancha prenda a prenda, en el punto donde de perfección linda con la manía. La casa parece un sauna. ¿Para qué le planchará uno la pantaloneta a un chino de 8 años que se revuelca en la tierra? Cuando sus niños se quedan a dormir en mi casa, llegan con una bolsa en la que viene perfectamente planchada una piyama y una bolsita ziploc con el cepillo de dientes y la crema. Ella debe pensar que en mi casa no hay crema de dientes. Sufre cuando me ve doblar la ropa y guardarla sin plancharla. Tengo a mi favor que mi esposo me enseñó a colgarla como un soldado francés después de sacarla de la lavadora, y la verdad no queda tan mal. Me parece una pérdida de tiempo, de energía eléctrica y humana. La contribución de las amas de casa al calentamiento global.
Una tarde mientras tomamos café con sus amigas, ella comenta como una excentricidad que yo no plancho. Yo me defiendo y digo que si lo he hecho para ocasiones especiales. Me miran con recelo. Comentan, enumeran y definen todo lo que hacen por sus hijos y sus esposos. Yo me pregunto si el amor se mide en unidades prenda planchadas. Si no será útil para la vida saber abrir la nevera, hacerse un sánduche, subir el mercado y bajar la basura.
2 comentarios:
Hola Angela, gracias por pasarte por mi blog.
La verdad es que es triste lo que comentas, pero yo conozco a más de una persona así. Mujeres que son esclavas de la vida misma, sólo se preocupan de servir a los demás pero se despreocupan de ellas mismas.
Un saludo.
Me uno a la union de no planchadoras, a mi pasa lo mismo, acabo de secar la ropa y toda va colgada, por supuesto podemos hacer algo mas que planchar ropa....
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