martes, 9 de marzo de 2010

Treinta y muchísimos

Hace unos días cumplí treinta y muchísimos años. Soy afortunada de vivir en Francia donde hay tanto viejito, porque acá sigo pareciendo joven, mientras que en Colombia estaría en la categoría de las “cuchi”, con el agravante de no tener la plata ni la intención de plastificarme en “cuchi-barbie”. Cuando el hijo de mi esposo hizo la cuenta de cuantos años tenía sentí como una caída libre en el estómago. Después me di cuenta que no era tan grave. Ya superé los años atroces entre los 15 y los 20, donde uno quiere parecer de 30 y pretende que se las sabe todas. Ya tuve frenillo. Ya sé que no se me ve bien la permanente, ni los rayitos rubios. Ya no tengo la angustia horrible de quedarme solterona que tuve entre los 20 y los 30. El hecho de no tener que “pensar” en otro me dio a posibilidad de crecer, de viajar, de darme gusto, de trabajar en cosas interesantes y diversas… pero vaya y dígale eso a una muchacha de 25 años, que llora porque no le ha llegado el mancito que es. Tiempo tan perdido el de sufrir por estar soltera. Si hubiera invertido ese tiempo en aprender idiomas y en hacer ejercicio, sería una mamasita políglota. Tuve suerte porque me llegó el que era a los 30 y la maternidad a los 35: yo ya había rumbiado, comido y comprado todo lo que se me había antojado, ya no era un problema la estabilidad, ni la monotonía, ni el sacrificio. Hoy me pregunto como hace una niña de 14 años para ser mamá y no sentirse perdida y a veces desesperada.

Sin que ahora sea una matrona disfruto de una insipiente sabiduría: Las más bonitas no son necesariamente las más felices. Los más bonitos son los que más hacen sufrir y con los que menos se tiene de que hablar. Cuando uno piensa que la plata lo es todo, lo que tenga nunca será suficiente. Si te responden que no importa, si importa. La inversión que se haga en la fiesta de matrimonio no garantiza el éxito de mismo. Ahorrar es bueno. Gastar también.

Pero claro toda esta sabiduría ya no me sirve de nada, porque me cambiaron todas las preguntas. ¿Cómo hago para educar a este niño y que no quede ni psicorígido ni salvaje? ¿Cómo hago para ser una buena madrasta y no oscilar entre Cruela de Vil y Mary Popins? Si el hijastro se vuelve adolecente ¿Dónde puedo esconderme? ¿Me toca pagar los impuestos por Internet? ¿La póliza de qué? Excuse moi je n'ai pas compris. Si mi amor. No mi amor no los he visto. Dame 5 minutos. ¿Se van a divorciar? ¿Qué yo qué opino? ¿Lo pongo a fuego lento y lo saco cuando este doradito? ¿Viene tu mamá este fin de semana?

Me imagino que cuando esté cumpliendo cuarenta y muchísimos tendré algunas de estas respuestas. Solo espero administrar mis neurosis equilibradamente y celebrar cada año aunque la cifra se vuelva inconfesable.

3 comentarios:

José Luis López Recio dijo...

La vida al completo es interesante y tiene sus propias angustias.
¡Felicidades!
Un abrazo

sandra dijo...

COMO QUE NO SOMOS CUCHI BARBIES!!!! CLARO LA VIDA TE VA CAMBIANDO LAS PRIORIDADES ANTES ES UNO SOLO AHORA PRIMERO LOS HIJOS ,MARIDO ETC,PERO LA VIDA CONTINUA, GRACIAS POR TUS PALABRAS EN MI BLOG YA HOY ESTOY MEJORCITA DE ANIMO Y PARA ADELANTE , BESOS A ALEXANDRE UN ABRAZOTE.

Wilmar dijo...

Jajaja, Bueno ante todo Felicitaciones, Y si a seguir con esta aventura temporal que tenemos :D