viernes, 22 de mayo de 2009

Dos dias en Paris

Tío Roberto,

Me pides una crónica de nuestros dos días en Paris. Fuimos acogidos amorosa y generosamente por mí amiga Teresa y su esposo Philipe. Ella es una mujer inteligente que se inventó su vida. Yo vivo orgullosa de ella porque siendo colombiana, consiguió un trabajo en su profesión y es una persona exitosa. Su esposo es un amor. Muy francés. Muy dulce con el bebé, se ha ganado el título honorífico de tío. Ellos viven en la parte más moderna de Paris donde quedan las oficinas y, me imagino yo, las multinacionales. Me llevaron a comer sushi. ¡Qué felicidad! Hicimos el paseo en barco por el Sena. Hacía frio y lloviznaba, pero pasamos delicioso. El paseo vale la pena. Luego me acompañaron 5 minutos a uno de mis sitios favoritos: la librería del museo George Pompidou. Compré dos pendejadas. Por la noche preparamos un pescado con plátanos al horno. Al otro día fuimos a conocer el Arco de la Defensa… un sitio que parece sacado del futuro. Bueno tal vez los que habitan allí ya están en el futuro. Tomé muchas fotos, pero el clima no fue benévolo y teníamos miedo por el bebé.

Dicen que para conocer el Louvre necesitas 3 meses y medio de día y de noche, para ver por 3 segundos todas las piezas de todas las colecciones. Yo creo que con esta ciudad pasa igual… Necesitas toda una vida para ver los miles de cosas que hay para ver. Por eso yo me dedico solo a sentir que estoy en Paris. Es la cuarta vez que voy y sigo pensando que me gustaría conocerla.
Si bien disfruté mucho de la multitud, del ruido, de la sensación de estar en “la gran ciudad”, me impactaron las hordas de pandillas. Muchachos muy jóvenes, agrupados por razas y orígenes, vestidos y peinados igual. Hablando duro. Marcando su territorio. Debe ser difícil ser pobre y crecer en una de las ciudades más caras del mundo. (2 tazas de té, una de café y una cerveza a presión: 18 euros / $55.000).

Me di gusto también montando en metro. Ahora que soy un inmigrante me gusta estar rodeada de otros inmigrantes. Nadie habla, todos están serios, o tristes, no sé… Nadie te mira, a nadie le importas, es una extraña comunidad en la que nadie pretende ser mejor que tú.

El bebé estuvo muy juicioso, a pesar de que no era un paseo para él. Mi esposo estuvo adorable a pesar de que Paris le parece una ciudad insoportable. Yo estuve dichosa, con una ventaja adicional: volví feliz a la casa. A pesar de haber sido una “niña de la gran ciudad”, he aprendido a disfrutar de la vida simple de este pueblo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Angela, si puedes, en la próxima pasada por Paris, visita el Musee D´Orsay.... es más pequeño que el Louvre (que es exageradamente grande), pero tiene una exposición buenísima. FG

Lita Blanc dijo...

Gracias por la recomendación. Así lo haré.
Un abrazo