miércoles, 20 de mayo de 2009

Trenes

La máxima ilusión era ir a Cartagena en avión. Sueño de cada año de infancia y más tarde de juventud que se esfumaba con los precios de los pasajes. Lo hicimos algunas veces. La pasamos delicioso. Cuando no lo lográbamos alguien comentaba: “Lástima que en Colombia no haya trenes como en Europa…” Y ahí comenzaban las historias de viajes extraordinarios en tren. Yo me acostaba pensando cómo sería la vida si por ejemplo uno pudiera ir en Semana Santa al Amazonas y a mitad de año al Cabo de la Vela. Que había unas estaciones lindas. Que sacábamos la cabeza por las ventanas del vagón. Que antes de los 20 años ya habría conocido el Océano Pacífico. Eso nunca pasó. Nadie se puso en la tarea de hacer trenes que atravesaran los Andes. No conozco ni los Llanos, ni el Pacífico, ni el Amazonas.

La semana pasada mi esposo nos llevó a Paris en tren. Cargados como caracoles, fuimos a visitar a su hermano y a mi amiga Teresa. Para dormir al bebé durante el trayecto, le cantaba al oído: “Trencito cañero, que rueda por las calles, trencito de mi valle, que lindo eres tú.”

- ¿Es una canción colombiana?
- Sí mi amor.
- Pero en Colombia no hay trenes…
- Sí, si hay, pero no son como este…
- Lástima, debería haber…

No hay comentarios: