lunes, 22 de febrero de 2010

La nieve

La nieve es linda cuando es de icopor y decora la vitrina de la Panamericana. De resto, es horrible. Fría. Húmeda. El cine nos engaña mostrándonos niños que hacen muñecos y abuelitas que agradecen que nevó en la víspera de navidad. Viejas locas. Postales de Los Alpes mentirosas, tratando de vender el turismo de entrenadores de sky churrísimos y rubias despampanantes. Debajo de esa capa blanca hay personas, animales y cosas que no sobreviven. Nadie es sexy con la nariz roja y un gorrito motoso.

Mi esposo me ha llevado dos veces a ver la nieve. La primera, me puso un vestido que estuvo de moda al mismo tiempo que Billi Jean. Para hacer más interesante la experiencia, tuvo a bien inventarse un camino y nos perdimos. Yo solo pensaba que afortunadamente los colores fluorecentes de la chaqueta le ayudarían a los helicópteros a encontrarnos. Cuando por fin encontramos la ruta yo juré que nunca más pisaría la nieve. Sí, como no. Hace 8 días nevó en el pueblo en el que vive mi suegra después de 10 años de no suceder y mi esposo no perdió la oportunidad de llevarnos a ver “el espectáculo”. No solo la vimos, nos obligó además a bajarnos del carro y a jugar con ella. Después de 1 hora yo ya me había caído dos veces porque la nieve se convierte en hielo, y es inevitable resbalarse. Como estábamos con los niños sacaron un trineo y todos aprovechamos para hacer el ridículo en el parqueadero del conjunto. Mi contacto con la nieve me reitera el hecho de que el invierno y todos sus accesorios van en contra de mi naturaleza. Y de que definitivamente uno hace muchas cosas por amor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jejejeje, y, qué decir de el paseo a esquiar? Dónde además eres la única que no tiene ni idea de como hacerlo, y tampoco muchas ganas de aprender en el curso para ninios!
Me encanta este Blog... :-)
Pen