miércoles, 3 de diciembre de 2008

A la colombiana

Para los niños del primer matrimonio de mi esposo, hacer las cosas a la colombiana, es sinónimo de salir adelante a pesar de las circunstancias. Hace poco tiempo fuimos a comer a un restaurante chino en Marseille. Tenía que cambiar el pañal de mí bebe y cuando llegamos al baño con la niña de mi esposo, vimos que no había cambiador. Yo saque una bolsa de plástico de la pañalera, la puse en el piso y luego puse al bebe, donde lo cambie. Al salir del baño, la niña grito emocionada de un lado al otro del restaurante: Papá Ángela le cambio el pañal al bebe a la colombiana! Me da ternura e incluso orgullo que el sentido común sea un aporte nuestro. Algún día, que estábamos al final de la quincena con poco mercado, les hice perros calientes como todos lo que quedaba en la nevera y la despensa. El plato se institucionalizo y se llama “perros calientes a la colombiana”. Nuestros nombres no son muy originales, pero describen claramente lo que representan.

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