jueves, 5 de marzo de 2009

Una miradita mona

La gente me pregunta cómo nos ven desde Francia. Igual al chiste del señor que sube a Monserrate a ver como se ve Bogotá sin él. Extraña megalomanía que hace que los colombianos piensen que el resto del mundo está al tanto de nuestras miserias. Aceptémoslo, no somos ni de lejos un tema de conversación significativo. Aparecemos de forma esporádica e inconexa. La “imagen país” con la que amenizan los tecnócratas sus presentaciones de Power Point, es un collage minúsculo en un mar de información.

El tema de Ingrid. Caballito de batalla de muchos. Para el gobierno francés un día era una piedra en el zapato y al otro la oportunidad de mostrar su compromiso con los derechos humanos. El día del rescate salió la noticia cada 30 minutos. Los impactó sobre todo que la percibieron un poco salida de sí. Claro, ellos no la conocían de antes. En las semanas siguientes, salían pequeñas notas. Hasta que empezó a salir muy elegante y haciendo mucho bombo y eso les empezó a molestar. ¿Hoy? Nada. Ya pasó.

El tema del café. Nada. Cuando uno lo regala les parece simpático, pero no existe el imaginario de “el mejor café del mundo” porque además les gusta fuerte, no suave.

Cuando hay muertes, masacres, secuestros, aparecen pequeñas noticas de 10 segundos cada 30 minutos en el canal de noticias, mezclado con todo lo demás. Nada especial. La gente se sabe el nombre de las Farc, así como se saben el de la Eta, o el de Sendero Luminoso, o el del Ira… así como: ¡Diga 10 marcas de cigarrillos….! Lo mismo. Uno de muchos.

En cuanto al narcotráfico, la gente tiene claro que la buena coca viene de Colombia y se acuerdan del Cartel de Medellín y de Pablo Escobar. Pero más en el plano anecdótico.

En el radio se escuchó mucho tiempo la música de Juanes y algunos entienden que es colombiano. He traducido varias veces al francés la Camisa Negra, pero al oír la traducción se desilusionan del contenido. Como por 15 minutos fue un sex symbol, gracias a un reportaje en una revista que lo presentaba como un “Don Juanes”.

Con Shakira pasa igual, pero con un agravante: Me preguntan si bailo como ella. Luego dicen en español: “Caliente”, “Caliente”. Y hacen con las manos los gestos universales de culo y tetas.

Cuando ganó Obama, salían en la parte inferior de la pantalla, las felicitaciones que mandaban los diferentes países del mundo al presidente electo. Arriba analistas políticos daban sus comentarios. Cuando apareció la felicitación del presidente colombiano, entre paréntesis salía la aclaración que era el único que apoyaba abiertamente a MacCain. Y empezaron a reírse los analistas. Que era obvio porque era un gobierno de ultraderecha ----bip----, el último amigo de Bush ----bip----, que con el tema de derechos humanos la cosa estaba ----bip-----, que los demócratas no veían con buenos ojos ----bip----, que a pesar de estar en extremos ideológicos, era igualito al el presidente de Venezuela ----bip----. Y yo mejor me autocensuro porque me da miedo terminar de falsa y mucho peor, de positiva.

Me han preguntado si Colombia queda al lado de México, si tenemos llamas, si hay estaciones (el concepto zona tórrida, no existe y no me creen que en Bogotá haga frio)… Pero no sólo en esta dirección, cuando vamos a Colombia nos preguntan cosas similares de Francia.

Entonces el problema no es la “imagen país” de los tecnócratas. Ni la colcha de retazos que se ve a través de las noticias. A mi ya no me preocupa cómo nos ven, sino cómo nos vemos. Por esto, cuando alguien viene a comer a mi casa, yo explico que en Colombia no tenemos tanto protocolo como en Francia, que no es mala educación llegar a una casa sin estar invitado. Que milagrosamente la comida alcanzará no importa cuántos sean. Y que al sentarse a la mesa alguien dirá: Hay para todos.

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