miércoles, 3 de diciembre de 2008

Cariñito, esposa mía

Cuando vivía en Colombia no soportaba a los que llamaban a decirle a Julito que estaban por High Lands o que se yo en la ruta 57 pasando por Boomingdales... Odié siempre que extrañaran el sancocho, que rememoraran a Claudia de Colombia y el profundo dolor por la patria en pena y ensangrentada. Pero ahora soy uno de ellos. Lo primero que lo evidencia es empezar a leer periódicos por internet y lo segundo, leer lo que dice la gente loca y enferma en los foros después de cada artículo. Nunca ve uno tanto odio y estupidez juntas. Son peores que los que llaman a opinar en las emisoras. Podrían cogerse a bala sin temor. Entonces uno acá, en su “mundo paralelo”, con los vecinos que no hacen ruido, con la televisión naif que caracteriza a Europa, se llena de pánico y angustia y empieza a volverse adicto a todos los punto-com noticiosos solo para amargarse el día.

Otra cosa que critique siempre era la incapacidad de integrarse y la búsqueda infinita de la Fonda Paisa más cercana. Es inevitable. Si bien mi esposo es francés y me he adaptado a muchisimas cosas, todo lo que desprecié o que no tenía importancia, adquirió valor... Hago viajes por autopista para ir al mercado de los inmigrantes a comprar yuca y plátano, me inventé una forma de hacer guiso con los ingredientes nativos y es indiscutible el éxito de mi salsa colombiana, la que se comen con pan francés hasta que estallan. Yo que nunca fui muy sociable, soy feliz de recibir a todo el que conozco en mi casa y darle patacones, de 1 euro el plátano... Me consuela que les gusta mi comida y que se han vuelto famosos mis almuerzos llenos de carbohidratos... Pero me rio de mi, y de ver que no era tan cosmopolita y que soy lo que soy: una colombiana, latina, que le tararea a su bebe “Cariñito, esposa mia” para dormirlo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me enacanta este blog y me divierte muchisimo, sigue escribiendo y es muy curioso lo que dices, cuando uno vive fuera todo le da nostalgia.

Anónimo dijo...

total! es horriblemente cierto! Que universales y qué locales somos!