Caja 1
- No se te olvide la caja de supositorios de glicerina, tu sabes de mi constipación. No te imaginas este fin de semana, mi nuera preparo unos… bla, bla... supositorios, constipación, bla,…
- Si no se preocupe, ¿le incluyo dos cajas?
Caja 2
- Yo quisiera llevar unas goticas para dormir porque desde que se murió mi esposo, no logro conciliar el sueño como debe ser…
- Ah, madame! Cuanto lo siento y ¿hace cuánto que murió su esposo…?
- Hace como 22 años, pero yo he oído que tienen goticas para dormir…
La señora de la caja 1 termina de pagar. La señora de la caja 2 intenta pagar con una tarjeta débito, pero algo pasa.
- No entiendo, si el código es 3254, ¿por qué no me funciona? -El señor Chaton con paciencia infinita le ayuda.
El siguiente cliente es un anciano árabe. Con tantos años como las otras clientas, en un francés básico y lleno de acento solicita que le pongan una vacuna para la gripa. El dueño de la farmacia con desprecio, subiendo la voz y reforzando cada sílaba, le dice que vaya a un doctor que en Francia las farmacias no dan ese servicio. El señor sale ofuscado. El dueño comenta al público en tono burlón que a quien se le ocurre que en una farmacia se ponen inyecciones. A mí por ejemplo. Y a 45 millones de colombianos. Y por lo visto a los 600 millones de personas que hacer parte del Islam.
Me da una pereza horrible que llegue mi turno y que por causa de mi acento me traten de la misma forma. Pero el bebe empieza a hacer bolitas de baba y a aplaudir.
- Madame, que hermoso bebé!
- Merci. – No se notó tanto el acento.
- ¿Quiere llevar algo más? – Si, toda la sección de cosméticos, pero no quiero que me oigan hablar.
- No, merci.
Esa noche el dueño de la farmacia Chaton de Hyeres, saldrá cansado pero orgulloso de un día más de trabajo y del excelente servicio que da a sus clientes. Bueno, a casi todos.