jueves, 12 de febrero de 2009

El premio

Mi mamá me cuenta que a un guerrillero que colaboró con el escape de un secuestrado, lo mandaron a Francia con una suma considerable de dinero (1.000 millones de pesos, unos 330.000 euros) y que además le van a poner una pensión de 1.000 euros al mes.

- Huy mami, como le hacen eso-.

Mi mamá molesta me responde -Pero como vas a decir eso, mija, es un premio-.

Pero mami como va a ser un premio. Primero que todo, le dicen que lo están premiando, esa es la primera guachada. El señor debe pensar que se va a ir a una “Colombia” pero con más plata, donde tomará vinos y comerá quesos a voluntad, la gente hablará como el inspector Dodo y que va a darse una vida llena de lujos y de placer con su inmensa fortuna. Una semana después de estar acá, el tipo va a pensar que se está enloqueciendo, porque la relación causa-efecto con la que vivió toda la vida, se ha invertido o produce resultados aleatorios. Porque lo que en Colombia es una fortuna, acá no es una miseria pero casi.

La primera vez que el señor salga a caminar y los carros paren antes de las cebras para que pasen los peatones, el tipo va a empezar a sospechar. ¿Porqué paran si el carro es más grande y más fuerte? Obvio va a tener que hacer mercado, y se va a dar cuenta que lo mínimo para él y su esposa le costará 150 euros a la semana. Si se antoja de aguacate, le costará 5 euros el bonito y 1 euro el feíto. Entonces de los 1.000 euros al mes ya van 600 euros en comida. Faltan los seguros, los impuestos, la gasolina a 40 o 50 euros la tanqueada, los servicios, la ropa… ¿Te imaginas ese pobre aprendiendo a vivir en un país con estaciones? Un señor que ha vivido en la selva toda su vida. Tendrá que aprender a pasar de las temperaturas a bajo cero con nieve incluida, a un verano caliente y pegachento. La graduada del radiador que le producirá bronquitis crónica, quitar la nieve de la puerta y del carro y otra vez el malestar del aire acondicionado.

Pensará en comprarse una casita o un apartamento y verá que en Paris es imposible y el resto de Francia le ofrece inmuebles que empiezan en 150.000 euros, cercanos a un apartaestudio de 30 metros cuadrados. El arriendo del mismo inmueble le costara entre 700 y 900 euros.

Seguramente lo pondrán en clases de cultura francesa, como a todos los inmigrantes. Las clases son en francés. Entonces dependiendo de que tanto entienda se dé cuenta de cosas inverosímiles para él (y para muchos colombianos):

Igualdad. “Las mujeres son iguales” ¿Iguales a qué? Preguntará él. Ah sí, que todas son iguales. “No señor, iguales a los hombres, con los mismos derechos”. No. ¿Por qué? ¿Cómo así? “Y los homosexuales también, son iguales y tienen derechos”. No, pero ¿qué les pasa…?

“La educación y la salud son públicas. Todos los niños van al colegio”. ¿Todos? Y va a pensar en los niños que venden cigarrillos en los semáforos, en los que limpian los parabrisas, en los que se prostituyen, en los que trabajan en las ladrilleras o en la guerilla y va a tratar de no pensar más, para no sentirse tan mal…

“Somos un estado laico. Es decir se respeta el derecho de que cada quien escoja su religión, pero la religión no interfiere en las decisiones del estado”. ¿Y entonces cómo hacen? ¿Quién persigue a los que están a favor del aborto? ¿Quién le hace la guerra a la planificación familiar? “No señor, la salud pública le ofrece todos los servicios de planificación familiar”. ¿Cómo así? El que se creía de izquierda se sentirá un facho derechista igualito a Jean-Marie Le Pen.

También le darán clases de francés, y luchará con la pronunciación irreproducible, con tres vocales de más en cada sílaba y con un montón de tildes en todas las direcciones. Y muchas veces aunque empiece a entender preferirá no hablar.

Y seguramente como el señor no es como los otros exilados políticos, que se reúnen y pasean por Montparnasse discutiendo sobre la "levedad del ser" y mandan epístolas por internet, se va a sentir muy solo. Irá al consulado de Colombia en Paris y lo trataran como nos tratan a todos: Sin misericordia. Irá a la Fonda Paisa y hará amigos que luego le pedirán prestado debido a su “inmensa fortuna” o lo invitarán a participar en una pirámide y seguramente saldrán peleando.

Y sentirá angustia de no entender como en la relación: dinero + país extranjero = felicidad, algo falta. Me parece un castigo largo y doloroso.

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