miércoles, 4 de febrero de 2009

Si se lo merecen, insúltelos (1)

Durante las consultas sicológicas de la depresión post parto, comenté que hacia grandes esfuerzos por ser muy educada y amable procurando reducir el efecto negativo de ser extranjera y de no hablar bien el idioma, pero que aún así había gente agresiva y sobre todo muy impaciente conmigo. La psicóloga me dijo que porque pensaba que acá la gente iba a ser mejor que en mi país, que muy seguramente allá había personas amables, pero también otras tantas que no lo eran. Y que tanto allá como acá, tenía derecho a reaccionar. “Madame Blanc, insúltelos, no importa que sea en su idioma, finalmente hijo-de-puta, suena parecido en los dos idiomas”. Increíble.

Semanas más tarde me fui de compras. Bebé, coche, 16 bolsas de todos los tamaños, amarradas al coche por todos lados. Había caminado horas, estaba cansada y el bebe tenía hambre. Entramos a una cafetería y procuré ubicarnos en una mesa donde no hiciéramos mucho estorbo. Pedí un café y una cucharita para la compota. Mientras el bebe comía y hacia toda clase de gracias, una mesera pasó al lado del coche y lo sacudió: “Su coche me molesta señora!”. Luego me trajo el café y lo botó sobre la mesa. No voy a quejarme sobre lo duro que es salir con un coche, un bebe y 16 bolsas, finalmente hay gente en peores circunstancias, pero me dio tanta contrariedad, que puse la moneda de 2 euros al lado de la taza, organicé a mi chiquito y me fui sin tomarme el café. Al salir, me di cuenta que me perseguía otro de los meseros gritándome que no había pagado el café. Le dije donde había dejado la moneda. El muchacho ofuscado la encontró –gracias a dios- y me dijo que como no me había tomado el café… y yo que ya estaba en mis límites le dije que era problema de ellos, que a la mesera le molestaba el coche… y de pronto me di cuenta que estaba insultándolos en mi francés de a peso… delicioso placer negativo y politicamente incorrecto, que no experimentaba en meses. Además las viejitas de las otras mesas me apoyaban y me invitaban a sentarme con ellas… Cuando acabé, me fui sintiéndome como 10 años más joven.

Una semana después volví en iguales circunstancias, me atendieron muy bien, tomamos compota con café, pero este lugar ya no era tan divertido como solía ser.

No hay comentarios: