miércoles, 4 de febrero de 2009

Si se lo merecen, insúltelos (2)

Cuando me quedo sola con mi bebé, lo más complicado es hacer mercado, entonces desistí de llenar la despensa y lo que hago es amarrar dos bolsas al coche y lo que me quepa, es lo que comemos los siguientes 4 o 5 días. Un día al llegar a la caja, me di cuenta que atrás mío, había un señor de edad, que hacía toda clase de gestos para expresar su afán. El señor estaba comprando una caneca de plástico y unas servilletas anaranjadas. Llegó mi turno, empecé a sacar las cosas de las bolsas para pagarlas. El bebe gritaba. Yo debía pagar con cheque y mientras sacaba las cosas, buscaba entre mi cartera mis documentos de identificación. De pronto se me calló la bolsa de las mandarinas, que como de costumbre no había cerrado, y mientras rodaban oí al señor murmurar: “Estos $%”()/ extranjeros deberían irse a su país”. Yo dejé todo donde estaba. El cajero que era todo menos francés, me miro con cara de pena ajena. Me voltee hacía el señor y le dije: “Señor, estoy totalmente de acuerdo con usted. No sabe las veces que le he suplicado a mi esposo que volvamos a mi país. Pero el es francés, sabía usted? Y el niño también, y claro, es posible que como buen francés sea terco y no quiera ir a vivir a mi país. No se imagina, a veces para presionar a mi esposo, no le hago el amor en una semana. Se imagina? Una semana completa sin hacer el amor. El pobre se sube por las paredes. Además como es gendarme, pues es posible que no consiga trabajo en mi país, porque los gendarmes solo existen en Francia, sabía usted? Pero yo creo que si usted le dice que los extranjeros como yo debemos volver a nuestros países, el de pronto lo entienda, ¿quiere que lo llamemos?”. El cajero acabó de pasar mis cosas, más tranquila hice el cheque y dejé las mandarinas por ahí. Pobre señor, debió llegar a su casa cuando ya había empezado el Telediario.

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